En muchas escuelas argentinas, la educación física ha dejado de ser solo una materia complementaria. Hoy, funciona como un punto de partida para reconocer capacidades únicas en estudiantes que, muchas veces, no encajan en modelos académicos tradicionales. El testimonio de Romina González, exalumna de la Escuela N° 1349 de Santa Fe, es un ejemplo potente de esta transformación.
Romina, hoy campeona mundial de muay thai, descubrió su talento deportivo gracias a la mirada atenta de una docente de educación física. Fue en un patio escolar donde, por primera vez, se sintió destacada no por un rendimiento académico, sino por una destreza física que abriría el camino a su desarrollo profesional y personal.
Un espacio pedagógico que impulsa trayectorias de vida
La historia refleja una realidad creciente en Argentina: el rol activo de la educación física como herramienta de inclusión, autoestima y detección de talentos. Lejos de reducirse a rutinas deportivas, los espacios escolares están empezando a reconocer que el cuerpo también comunica, aprende y brilla.
En las aulas santafesinas, la presencia de profesores comprometidos con el desarrollo integral de sus estudiantes marca una diferencia concreta. Estos docentes no solo enseñan técnica, también identifican fortalezas y brindan oportunidades que pueden cambiar vidas.
Romina no fue la única. Hay casos similares que empiezan a emerger en otras escuelas del país, visibilizando cómo la educación física puede ofrecer una vía legítima para el crecimiento profesional y humano.
Este tema puede interesarte: Leer desde la empatía transforma el aula y la sociedad
