La universidad en México enfrenta un llamado urgente a repensarse como un espacio seguro y de paz, tras el ataque ocurrido en el Colegio de Ciencias y Humanidades Sur en la Ciudad de México. Este hecho abrió la reflexión sobre la necesidad de fortalecer los entornos educativos como lugares de encuentro, respeto y construcción de comunidad.
La Defensoría de los Derechos Universitarios de la UNAM subrayó en septiembre que la violencia no puede formar parte de la vida académica. Además, recordó que los recintos educativos deben sostenerse como territorios de paz donde el diálogo y la convivencia prevalezcan sobre cualquier forma de agresión.
Educación como herramienta de transformación
La importancia de la educación se manifiesta en su capacidad para prevenir conflictos y fomentar la inclusión. En consecuencia, instituciones como la UNAM han reiterado su compromiso con generar condiciones seguras para estudiantes y docentes. También han impulsado campañas de prevención, mediación y apoyo psicológico, reforzando la visión de una universidad que escucha y actúa frente a la violencia.
Por otro lado, diversas voces de la comunidad universitaria han planteado la urgencia de consolidar programas de acompañamiento estudiantil que promuevan la cultura de paz. Estas iniciativas, apoyadas en políticas educativas claras, buscan garantizar que los jóvenes se formen en entornos que potencien su aprendizaje y bienestar.
Una ruta hacia el futuro
Las cifras más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía muestran que más del 60 por ciento de los estudiantes mexicanos consideran la seguridad un factor esencial para su permanencia escolar. De igual manera, el contexto actual evidencia que las universidades mexicanas deben seguir trabajando en mecanismos de protección y en la construcción de comunidades resilientes que fortalezcan el derecho a la educación.