Los sistemas escolares de América Latina enfrentan una paradoja tecnológica. Mientras la inteligencia artificial (IA) avanza con fuerza en sectores clave, su integración en el ámbito educativo regional aún es limitada, desigual y, en muchos casos, desorganizada. Países como México, Colombia o Argentina han dado pasos iniciales, pero la mayoría de los sistemas educativos aún carecen de políticas públicas robustas que garanticen una implementación ética y pedagógica de estas herramientas.
A esto se suma un desafío estructural: más del 60% de los estudiantes de la región no cuentan con conectividad digital suficiente para aprovechar los beneficios de la IA en su formación, según datos actualizados a septiembre de 2025. En consecuencia, el riesgo de ampliar la brecha entre quienes acceden a educación personalizada e innovadora y quienes no, es mayor que nunca.
Infraestructura y capacitación docente: los grandes pendientes de la IA educativa
El potencial transformador de la inteligencia artificial en el aula es enorme. Desde sistemas adaptativos hasta evaluaciones automatizadas, las soluciones son múltiples. No obstante, sin una inversión decidida en infraestructura tecnológica y en formación docente, cualquier intento de modernización se vuelve superficial.
Asimismo, la región debe avanzar en marcos regulatorios claros que protejan los datos de niños y adolescentes. Las plataformas basadas en IA recopilan información sensible, y su uso responsable es fundamental para preservar la confianza pública.
A pesar de las barreras, algunos proyectos piloto en Chile y Uruguay han demostrado que una implementación bien diseñada puede mejorar el aprendizaje y reducir las desigualdades. La clave está en entender que la IA no reemplaza al maestro, sino que potencia su capacidad pedagógica.
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