Los retos del cambio climático, la desigualdad y la crisis ambiental ya no se abordan solo desde la política o la ciencia. En las aulas mexicanas, la educación para el desarrollo sostenible se perfila como un pilar esencial para formar ciudadanos capaces de responder a los desafíos del siglo XXI. Esta visión no es futura ni utópica: es una realidad que comienza a tomar forma en instituciones de todos los niveles.
Desde agosto de 2025, la Secretaría de Educación Pública (SEP) refuerza su compromiso con un enfoque transversal que integre valores ambientales, sociales y económicos en los programas escolares. Este esfuerzo se vincula con el Marco de Acción Educación 2030 de la UNESCO, el cual México adoptó para asegurar que la educación sea inclusiva, equitativa y promotora de un desarrollo sostenible.
Educación sostenible: estrategia nacional en marcha
Los cambios no se limitan al contenido curricular. También incluyen el fortalecimiento docente, la participación comunitaria y la implementación de prácticas pedagógicas activas que acerquen al alumnado a problemáticas reales. Más de 50 mil escuelas públicas han comenzado a integrar proyectos ambientales, acciones de reciclaje, huertos escolares y medición de impacto social como parte de su formación cotidiana.
Además, el programa de Escuelas Sostenibles, impulsado por la SEP, se enfoca en generar espacios escolares con infraestructura responsable y cultura ambiental. Por otro lado, se están desarrollando alianzas con universidades, ONGs y el sector privado para potenciar la innovación educativa en este ámbito.
México es el segundo país de América Latina en implementar estos modelos a nivel federal. En 2024, el 78% de los estudiantes de secundaria participaron en al menos una actividad vinculada con educación ambiental o justicia social, de acuerdo con cifras del INEGI.
Mira también: Crece en Querétaro el modelo de apoyo educativo especializado
