El estrés laboral genera en los seres humanos una gama de padecimientos físicos y psicológicos por la sobrecarga de actividades, condiciones deficientes, problemas interpersonales, inseguridad y errónea definición de roles, puntualizó María del Rosario Silva Arciniega, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
A lo anterior se suma la falta de apoyo de jefes o supervisores, “en lugar de ello te encuentras con mandos bastante castrantes, controladores y excluyentes; todo ello nos afecta”, añadió.
Se trata, dijo, de un tema relevante en México en el cual más de 50 por ciento de la población económicamente activa se ubica en la informalidad, podemos imaginar que la salud en este ámbito es “tremendamente deficiente”.
Carecer de seguridad laboral, aunado a los trayectos que las personas realizan en la Ciudad de México para llegar a su centro de trabajo, es probable que eleve la tensión y “eso es algo en lo que nuestro país es un ejemplo”.
Este estado de agobio se manifiesta en reacciones físicas y emocionales dañinas que ocurren cuando las exigencias del empleo no se ajustan a las capacidades, los recursos o necesidades del personal y pueden expresarse de diversas maneras con un impacto significativo en su salud corporal y mental.
Las primeras son más observables en nuestro organismo como gastritis, colitis, laringitis, accidentes de trabajo, ausentismo continuo por enfermedad; en tanto que las emocionales, que no son visibles, pueden implicar trastornos del estado de ánimo, psicosomáticos y de la personalidad, entre otros.