En medio de un terreno en Cabo Canavial, en São Paulo, Brasil, se ve despegar a un cohete que muy rápido alcanza los 987 kilómetros por hora.
Cuando se pierde en el cielo se escuchan gritos de júbilo y expresiones en español por parte de sus creadores mexicanos.
El nombre del artefacto es Insurgente y fue diseñado y ensamblado por Propulsión UNAM, un equipo integrado por jóvenes de distintas disciplinas, todos ellos interesados en las ciencias aeroespaciales.
Propulsión UNAM nació en 2020, en plena pandemia, por iniciativa de Omar Córdova Carbajal, alumno de Ingeniería Mecatrónica de la Facultad de Ingeniería que reunió a siete compañeros a fin de crear cohetes con materiales “accesibles y a la mano”.
Al principio el proyecto funcionó mezclando reuniones virtuales con sesiones presenciales en la cochera de otro de los miembros, Luis Bolívar, quien cursa la especialidad de Ingeniería Mecánica.
“En la UNAM siempre ha habido voluntad por impulsar proyectos espaciales. Aquí el reto fue concretar esta iniciativa, desde el diseño hasta las pruebas”, relató Omar. En sus tres años de existencia, la escuadra universitaria pasó de desarrollar y manufacturar cohetes de cartón e impresión 3D a fabricar bólidos de fibra de carbono y vidrio impulsados con combustibles sólidos o propulsión híbrida.
Velocidades supersónicas
Hoy cuentan con un vehículo que llega a velocidades supersónicas gracias a “un sistema de válvulas, sensores y actuadores que controlan un método de propulsión complejo que le permite alcanzar hasta nueve kilómetros de altura”, explicó Omar Córdova, fundador de la iniciativa.
Propulsión UNAM forma parte de una de las divisiones de la Asociación Aeroespacial de la Facultad de Ingeniería (AAFI). A la fecha está integrado por 25 miembros y anualmente recluta a más estudiantes de Ciencias de la Computación, Ingeniería Mecánica, Ingeniería Química o Ingeniería Mecatrónica con el fin de expandir el equipo y desarrollar cohetes de alta potencia cada vez más ambiciosos.