Una crisis silenciosa amenaza la formación en Ciencias de la Salud en España. Las universidades no logran cubrir las plazas docentes necesarias, y el impacto ya se deja sentir. Esta situación compromete la calidad de la enseñanza y limita el ingreso de nuevos estudiantes, en momentos en que el sistema sanitario exige más profesionales que nunca. Según datos oficiales de agosto de 2025, solo el 36% de las plazas estructurales en estas facultades están ocupadas. Esta escasez, lejos de ser un problema puntual, refleja una falta de planificación estructural.
Los factores detrás de esta emergencia son diversos. Por un lado, las condiciones laborales ofrecidas por las universidades públicas no resultan atractivas para los profesionales sanitarios, quienes encuentran mejores oportunidades en el ámbito asistencial.
Por otro lado, los procesos burocráticos para estabilizar plazas académicas siguen siendo lentos y restrictivos. En este escenario, resulta cada vez más difícil renovar el cuerpo docente con expertos en ejercicio clínico, indispensables para una formación pertinente.
Formar sin docentes es una urgencia nacional
La frase objetivo no es exagerada. Sin suficientes profesores, las universidades se ven obligadas a reducir grupos, retrasar prácticas y limitar la oferta académica. Esto impacta directamente en el número de egresados, justo cuando España enfrenta un déficit creciente de médicos y enfermeras. Instituciones como la Conferencia Nacional de Decanos ya han alertado que esta situación pone en riesgo la sostenibilidad del sistema sanitario.
El Ministerio de Universidades ha anunciado un programa especial para incentivar el acceso a la carrera académica desde el sector salud. Aunque aún en desarrollo, la medida busca ofrecer contratos mixtos y facilitar compatibilidades entre docencia y asistencia clínica.