No más autocomplacencia con los amigos, fin de la «hora feliz», pero también teletrabajo, soledad, riesgos para la ocupación y algo de ansiedad. La epidemia del Coronavirus abruma, esperemos que por poco tiempo todavía, los hábitos y costumbres, pone en duda muchas de nuestras certezas, nos obliga a reinventar todo un modelo de vida.
A veces podemos empezar con las pequeñas cosas, para reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra sociedad, poniendo en línea nuestras prioridades y valores, recordándonos que si podemos resistir sin la salida del sábado, el no poder abrazar a nuestra anciana madre que cumple años es en cambio un sacrificio.
PRIMERA REGLA, MANTENER LA ANSIEDAD BAJO CONTROL.
El compañero de escritorio no sabe a quién dejarle su hijo, se está gastando su salario en una niñera y su esposa está arriesgando su trabajo: no lo estresemos con gestos o palabras que puedan hacerlo explotar. En resumen, la tensión es palpable y evitar estresar a los que nos rodean, por elección o necesidad, con un comportamiento excesivo o molesto, es ya un primer paso para mejorar la vida de todos. Y tal vez unas cuantas píldoras también ayuden cuando todo vuelva a la normalidad y la educación fundamental
HAY ESTORNUDOS Y ESTORNUDOS, EVITA EL BARRITO
Incluso después de la epidemia, recordemos que no somos ni un elefante en la selva ni una planta de aromaterapia, así que evitemos las barriadas y los estornudos en la ducha. Y recordemos que no debemos dejar que todos sepan que tenemos un poco de tos y que no es agradable para los demás oír ruidos sordos que vienen de nuestras mandíbulas, ya sea abiertas o cerradas. Nuestra vida social puede tener una mejora inesperada.
LAVARSE LAS MANOS, INCLUSO CANTANDO
Parece obvio, pero es una regla que debe ser respetada incluso después de pasar la escuela primaria. Ahora es un deber reconocido: tienes que lavarte las manos, varias veces al día. Y también está en la cima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. A pesar de la fascinación por los geles desinfectantes, el agua y el jabón son en realidad productos preenvasados más eficaces porque eliminan los gérmenes. Las botellas se han convertido en un símbolo de estatus más que el perfume de diseño, así que guardémoslas sólo si no tenemos un lavabo a mano.
EN EL AUTOBÚS Y EL METRO, TAL VEZ SONRIAMOS.
Más allá de todas nuestras fantasías, no somos un tierno koala y el pasamanos del transporte público no es nuestro eucalipto personal: apoyémonos con una mano en el poste dejando espacio para las demás. Subimos por las puertas trasera y delantera y salimos por la central: facilitar el flujo ordenado de personas nos permite tener menos contacto. Si tenemos la amabilidad de dar paso a los ancianos, los enfermos y las mujeres embarazadas, no habrán erradicado el virus pero se habrán ganado una sonrisa. En estos tristes tiempos es precioso.
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