En las aulas españolas de educación infantil, la idea de que el movimiento es solo una forma de distracción ha quedado atrás. Cada vez más docentes y especialistas entienden que moverse no interrumpe el aprendizaje, sino que lo potencia. La psicomotricidad, entendida como la relación entre cuerpo, emoción y pensamiento, se convierte en una herramienta clave para estimular el desarrollo integral en niñas y niños desde sus primeros años escolares.
España ha incorporado esta perspectiva en sus orientaciones curriculares más recientes, reconociendo el cuerpo como un medio privilegiado para aprender. Lejos de exigir quietud constante, las prácticas actuales promueven juegos de equilibrio, desplazamientos libres, circuitos con objetos o actividades de coordinación que activan tanto el cuerpo como la mente.
Este tipo de experiencias ayuda a madurar habilidades cognitivas fundamentales: atención, memoria, planificación y resolución de problemas.
Psicomotricidad en educación infantil: base del desarrollo integral
La etapa de 0 a 6 años es crítica para sentar las bases del aprendizaje futuro. Durante este periodo, el movimiento no es solo espontáneo, sino necesario. La psicomotricidad permite a los menores explorar, experimentar y relacionarse con su entorno de forma activa, fortaleciendo su autonomía y autoestima.
Docentes formados en pedagogías activas entienden que el aula no debe ser un lugar de rigidez, sino un espacio flexible donde el cuerpo pueda expresarse libremente. Por ello, muchas escuelas infantiles en España incluyen semanalmente sesiones de psicomotricidad en su planificación. En ellas, se cuida tanto el diseño del espacio como la interacción afectiva, favoreciendo un entorno seguro que estimula el aprendizaje significativo.
Un estudio reciente del Ministerio de Educación confirma que los centros que aplican estrategias psicomotoras muestran mayor motivación en el alumnado y mejores niveles de adaptación.