La superficie del planeta es una entidad sumamente compleja, heterogénea, “a la que debemos tratar como un ente vivo”, puesto que ahí tienen lugar una serie de interacciones importantes para la vida en el planeta, sostuvo la doctora Sara Lucía Camargo Ricalde, investigadora del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El suelo. Un universo que apenas estamos descubriendo fue el título de la conferencia que la especialista en Biología de leguminosas y en hongos micorrizógenos arbusculares impartió en la Unidad Iztapalapa de la UAM, como parte del ciclo Lunes en la ciencia, durante la cual expuso que la superficie terrestre “da sostén, da el sustrato de la vida y sin él no habría vida superficial en este planeta”.
Explicó que su formación tiene que ver con “esa roca madre que puede ser de tres tipos: volcánica, sedimentaria o metamórfica”; son tres tipos de roca que lógicamente tienen compuestos diferentes. Esta roca madre se descompone y se convierte por la acción de factores climáticos, biológicos y de relieve.
El clima actúa con los minerales “provocando erosión o intemperismo en esa roca madre que se empieza a disolver y empieza a crear estratos. El tiempo es importante porque “un suelo no se va a generar en un par de años; estamos hablando de millones de años o inclusive puede llevar miles de millones de años”.
Poco a poco se empieza a formar, aparecen algunas plantas, musgos, líquenes y se crea toda esta capa que llamamos suelo y de la vida que ahí se genera, y donde habitan ácaros, bacterias, hongos, actinomicetos, nemátodos, anélidos y pequeños mamíferos, como roedores, topos, entre otros, en “un proceso de sucesión de la vegetación”.