Para cristalizar los propósitos de cada inicio de año, algunos demasiado ambiciosos, estos deben formar un hábito en las personas; entre los más frecuentes están bajar de peso, ahorrar, comer mejor, realizar ejercicio, dejar de fumar, disminuir el tiempo de uso del teléfono celular y leer más libros, indicó el profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM, Manuel González Oscoy.
A partir del punto de vista de la psicología conductual establecemos patrones, lo que conocemos como hábitos, los cuales se componen con ciertos principios; es decir, aquello que nos agrada o tiene una recompensa (reforzador positivo) tendemos a repetirlo. Por el contrario, si este es negativo, como castigo o costo excesivo, no lo hacemos o nos resistimos a realizarlo.
A menudo los objetivos de Año Nuevo surgen del deseo de corregir deficiencias percibidas o establecer otras rutinas, pero estas deben constituir metas específicas y mensurables, buscar el apoyo de los demás y recompensar el progreso para aumentar la probabilidad de concretarlos, puntualizó el especialista en Psicología Clínica.
Con frecuencia, parte de los planteados durante los últimos minutos del año es una evaluación de lo que se hizo durante los 12 meses anteriores y tratar de corregir lo que se efectuó mal y trazar otros.
Sin embargo, refirió, para establecer o cambiar un hábito necesitamos un mínimo de tiempo. El cerebro requiere que transcurra un lapso determinado para formarlos y obtener propósitos que demandan constancia; el tiempo menor que se ha establecido en estudios son 21 días continuos.