El consumo de las semillas de chía se ha retomado en la vida diaria y han sido categorizadas como un superalimento, ya que son excelente fuente de fibra y antioxidantes, calcio, proteínas y ácidos grasos poliinsaturados.
Por ello, investigadores de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM desarrollan un proyecto para utilizar esta planta herbácea como alternativa, a fin de cubrir las necesidades de forraje para la alimentación de ganado lechero.
José Luis Sánchez Millán y Elsa Gutiérrez Cortez, expertos de la entidad universitaria, tienen el objetivo de demostrar que los bovinos productores de leche, alimentados con pelets (porciones de alimentos en harina que resultan más apetecibles y digeribles para los animales, fáciles de almacenar y transportar), elaborados con el forraje de la chía producen un lácteo funcional, es decir, con presencia de ácidos grasos poliinsaturados que proporcionan estas semillas.
“De ser así, estaríamos hablando de una leche naturalmente enriquecida a partir del forraje de Salvia hispanica con el que se alimentarían estos rumiantes; es decir, que preserve los beneficios nutracéuticos de la chía: ácidos grasos, aminoácidos, antioxidantes, fibra, vitaminas y minerales, lo que permitiría la posibilidad de ofrecer un lácteo con alto valor nutricional, no solo benéfico para las crías becerras de reemplazo y también para niños”, indicaron los universitarios, quienes desarrollan el proyecto de investigación Aprovechamiento Integral de la Chía.
Beneficios
Sánchez Millán señaló que tiene varios beneficios, el primero, y tal vez el más importante, es que se trata de una planta rica en ácidos grasos poliinsaturados, lo que significa que es abundante en ácidos linoleico y linolénico (omegas 3 y 6, respectivamente), los cuales contienen buenos antioxidantes que contribuyen a la salud.
El ingeniero agrícola recordó que se trata de una planta nativa de México, aunque su uso y cultivo se suspendió por la llegada de distintos cereales a partir de la conquista española.
Se empleó como parte de la alimentación diaria durante la época prehispánica y fue un elemento imprescindible en los tributos aztecas, con numerosas toneladas ofrendadas cada año.