Ciudad de México 26 noviembre._ La UNAM recibió el acervo del ingeniero Heberto Castillo Martínez, gran figura en la protesta política contra el autoritarismo y en la defensa de la libertad de disentir y expresar opiniones.
Enrique Graue Wiechers, el rector, encabezó la ceremonia de entrega-recepción del legado por parte de sus familiares. Agradeció esta donación que se integra al Archivo Histórico de la Universidad, en donde se le catalogará, resguardará y pondrá a disposición de especialistas y estudiosos de nuestra historia y aspiraciones.
“Con este acervo que hoy recibimos, en esta que fue su casa, se mantendrá viva la influencia, el pensamiento y creatividad del ingeniero Heberto Castillo Martínez”, destacó.
Graue Wiechers también celebró la asistencia de Cárdenas Solórzano, quien fue muy cercano al ingeniero Castillo, y expresó: “Juntos representan, probablemente, lo mejor de la democracia nacional”.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano compartió que hace unos años se reunió con Teresa, esposa del ingeniero Castillo, y con sus hijos, quienes le hicieron saber su interés por depositar en alguna institución estos archivos, para que continúen siendo útiles al país y decidieron que el mejor sitio era la Universidad Nacional.
“Todos estos libros, documentos, manuscritos, van a servir a muchos estudiantes e investigadores para seguir trabajando tanto en las luchas de orden político que libró Heberto por nuestra soberanía, por nuestra democracia, como para aquellas realizaciones de orden técnico y científico que pudo llevar a la práctica en proyectos importantes en nuestro país”, recalcó.
Símbolo
El rector Enrique Graue signó el documento de la donación y recibió simbólicamente artículos periodísticos de Heberto Castillo de manos de Javier Castillo Juárez, quien compartió anécdotas de su padre. Heberto Castillo decía que había dado clases en cuatro universidades: la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, el Colegio Militar y “honrosamente, en Lecumberri”.
Subrayó que el comité de base principal que tuvo su padre fue su familia y, en especial, su esposa, quien fue muy valiente y siempre lo apoyó, más en el año 1968, cuando estuvo escondido en varias casas y no quiso salir del país. Asimismo, manifestó su agradecimiento a la familia Cárdenas porque siempre los ayudó, sobre todo en ese año conflictivo.