La alimentación saludable enfrenta hoy un desafío mayúsculo: la desinformación que circula libremente por redes sociales y medios digitales. En México este fenómeno no es ajeno; los ciudadanos acceden constantemente a afirmaciones sin sustento sobre dietas, alimentos milagro o restricciones alimenticias drásticas. La educación alimentaria surge como el único antídoto con potencial real de fortalecimiento social.
Las llamadas fake news en nutrición han proliferado durante 2025 con fuerza renovada. Se estima que hasta el 30 % de las noticias falsas en línea tienen que ver con temas de alimentación. Eso no es menor: cuando la ciudadanía adopta creencias equivocadas, se puede alterar el comportamiento dietético general, con riesgos para la salud pública.
En España, por ejemplo, organizaciones como FIAB y ANIS han impulsado un manifiesto de comunicación responsable para frenar esta ola de mitos.
El rol de la educación alimentaria en México
Las políticas educativas mexicanas pueden aprovechar esta coyuntura para incorporar contenidos de alfabetización alimentaria en los currículos de educación básica, media y superior. La implementación de talleres, contenidos transversales y espacios de verificación científica fortalecería la competencia de los estudiantes para discernir entre evidencia y falacias nutricionales.
La educación alimentaria no solo instruye, sino que inspira. Al equipar a las personas con herramientas de verificación, se siembra ciudadanía informada que no repite bulos. La alfabetización en nutrición fortalece la resiliencia social frente a tentaciones mediáticas engañosas.
En México, más de la mitad de las noticias falsas de salud que circulan están vinculadas con la alimentación, y muchas personas modifican su dieta con base en rumores.
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